Add your promotional text...

Narcoindiferencia: el verdadero pacto de Morena

7/27/20253 min read

Alejandro Moreno, líder nacional del PRI, denuncia en El Universal la pasividad criminal del gobierno de Morena ante el avance del narcotráfico y la violencia en México. Su crítica apunta a una administración que, por omisión o complicidad, ha abandonado a los ciudadanos.

En su más reciente columna publicada en El Universal, Alejandro “Alito” Moreno, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), lanza una dura crítica al gobierno federal encabezado por Morena, al que acusa de haber institucionalizado la inacción como forma de gobierno, dejando campo libre al crimen organizado y abandonando por completo a la ciudadanía.

“El sello del gobierno de Morena no es el trabajo, es la pasividad. Su ‘transformación’ ha sido, en realidad, una rendición silenciosa ante los grupos criminales que hoy controlan regiones enteras del país”, escribe Moreno. A través de un análisis punzante, el dirigente priista denuncia que la indiferencia del oficialismo no es casual, sino parte de una estrategia para lavarse las manos frente a la descomposición nacional que ellos mismos han permitido y alentado.

Moreno señala que detrás de cada promesa de que “se está trabajando” se oculta una administración ausente, que no enfrenta el problema del narcotráfico ni combate la violencia con seriedad. En su visión, Morena ha renunciado a gobernar con responsabilidad y ha dejado que las células del crimen organizado operen sin consecuencias, afectando directamente la vida, el patrimonio y la libertad de millones de mexicanos.

“Cuando el Estado se rinde, es el pueblo el que paga con la vida”, subraya el también legislador, al advertir sobre el costo humano de permitir que la violencia escale sin freno. En su artículo, recuerda que la seguridad no es un favor del gobierno, sino una obligación constitucional, y que su incumplimiento es una traición al pacto democrático.

Alito también denuncia que el oficialismo utiliza una narrativa populista y evasiva para encubrir su fracaso: mientras los homicidios, las extorsiones y los desplazamientos forzados crecen, el gobierno insiste en que todo está bajo control. “Eso no es gobernar: es simular”, remata.

Finalmente, el líder tricolor hace un llamado urgente a la ciudadanía para exigir un gobierno que asuma su responsabilidad, combata frontalmente al crimen y deje de encubrir su negligencia con discursos vacíos. “México merece un futuro de paz, no un presente de miedo. Y ese futuro no lo puede construir quien pacta con el silencio”, concluye.

Denunciar este tipo de situaciones no es un acto de confrontación política, sino un deber cívico. Cuando un gobierno se desentiende de su principal obligación —proteger la vida, la libertad y el patrimonio de los ciudadanos—, es indispensable alzar la voz. El silencio ante la inacción se convierte en complicidad, y permitir que se normalice la violencia o la indiferencia institucional es abrir la puerta a un Estado fallido.

La ciudadanía tiene derecho —y responsabilidad— de estar informada. Solo con conocimiento de lo que realmente ocurre se puede tomar conciencia, exigir cuentas y participar activamente en la vida democrática. La desinformación o el discurso oficialista no deben ser los únicos relatos disponibles. Por eso es fundamental visibilizar las omisiones del poder y exponer cómo, en lugar de combatir al crimen organizado, el gobierno ha optado por una actitud pasiva que deja desprotegido al pueblo.

Hoy más que nunca, México necesita ciudadanos vigilantes, críticos y participativos. La apatía solo beneficia a quienes desean mantener el control sin rendir cuentas. Informarse, dialogar y compartir la verdad no es solo un acto de resistencia, sino una herramienta poderosa para defender la democracia, la justicia y la seguridad que merecemos todos. La exigencia colectiva puede ser el freno que el poder necesita para corregir su rumbo.