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PRI Querétaro apuesta por la institucionalidad

En medio de una política marcada por decisiones verticales y caudillismos, el PRI en Querétaro mantiene viva la ruta de los procesos internos y la apertura al diálogo plural.

8/1/20251 min read

En un panorama político nacional donde proliferan los liderazgos unipersonales, las imposiciones disfrazadas de consensos y la política del espectáculo como método de construcción de poder, el PRI en Querétaro ha optado por una ruta distinta: el respeto por la institucionalidad. Pese a los cuestionamientos que enfrenta el partido a nivel nacional, en lo local se mantiene firme una práctica que otros han dejado de lado: tomar decisiones a través de estructuras colegiadas, con deliberación interna y consulta entre sus cuadros.

Este compromiso con los procedimientos internos no es un gesto decorativo, sino una posición política que marca una diferencia sustantiva. Mientras otras fuerzas políticas se organizan en torno a una sola figura y relegan a sus militancias al papel de espectadores, en el priismo queretano se mantiene vigente la idea de que el poder debe construirse con reglas, diálogo y participación. En tiempos donde las formas importan tanto como los fondos, este ejercicio de institucionalidad es más relevante de lo que parece.

Al frente del Comité Estatal del PRI Querétaro está una dirigente que ha hecho de la escucha activa y la apertura una constante de su liderazgo. Su estilo contrasta con la lógica autoritaria que impera en muchos partidos: ella no impone, convoca; no cancela voces disidentes, las integra. Bajo su conducción, el priismo en Querétaro ha intentado recuperar el espíritu de comunidad política, donde caben las diferencias y se respetan las trayectorias, sin simulaciones ni clientelismos disfrazados de unidad.

Este enfoque no solo fortalece al partido internamente, sino que envía un mensaje claro hacia afuera: el PRI en Querétaro no se maneja con ocurrencias ni giros de último minuto, sino con método, convicción democrática y respeto por quienes lo integran. En una época donde la política se ha vuelto cada vez más personalista y caprichosa, esa postura no es menor. Es, de hecho, una señal de madurez institucional que conviene no perder de vista.